Round 12: Una nueva era en la familia Sulaimán

REPORTE 15 de septiembre de 2020 Ludo Saenz Lorenzo-Luaces Ludo Saenz Lorenzo-Luaces

Viajé con mi esposa Christiane a dejar a nuestro hijo mayor a la escuela para iniciar su carrera universitaria. Ha sido una semana llena de emociones; los recuerdos están brotando en cada momento. ¿Cómo es que ese bebé que llegó a cambiar nuestras vidas, que trajo felicidad a nuestro hogar, llenando cada espacio de nuestra atención. Y hoy es un adulto menor, viendo hacia el futuro, que da los primeros pasos en busca de su destino? 


Hemos platicado mucho, y ayer salió al tema esa gran función de boxeo del pasado 22 de febrero, en Las Vegas. La noche en la que Tyson Fury destronó a Deontay Wilder, en el MGM. 


Mi esposa comentó que es la función más increíble a la que jamás haya asistido, debido a los aficionados ingleses, su vestimenta de lujo, las guapas mujeres, y los muchos niños que corrían por toda la arena pidiendo autógrafos a las personalidades. Además de la música, los cánticos británicos y la entrada espectacular de ambos peleadores. La pelea fue dramática; terminó en algo que nunca había sucedido, pues el nuevo campeón cantó: “American Pie”, y todo el estadio replicó la canción con él. 


Mi esposa ha convivido mucho con la pareja de Wilder, en eventos de la Fundación WBC Cares del WBC, y precisamente dos días antes de la función, fueron juntas a visitar el gimnasio de Richard Steele para platicar con los jóvenes, darles un mensaje y juguetes; después de eso asistieron a un hospital para niños con cáncer. 


Chris comentó que sufrió muchísimo esa pelea, pues cada golpe de Fury, ella se imaginaba lo que Telli Swift estaba sintiendo; hasta que llegó el final y el réferi detuvo el combate. 


Con nuevo campeón mundial de peso completo, Tyson Fury tomó el lugar que Deontay Wilder ocupó por los últimos cinco años. 


Fue en esa plática que tuve la oportunidad de explicarle a mi hijo lo que es en realidad el WBC, la razón de existir de nuestro organismo. 


El WBC existe para asistir al boxeador: antes, durante y después de los años de gloria. El pugilista nace regularmente en condiciones complicadas de vida, y tiene que vencer muchos obstáculos. 


El WBC creó una plataforma segura para el desarrollo del boxeo, que ajusta las reglas y procedimientos, para un deporte más justo. Y además para caminar junto a ellos, celebrando sus éxitos, corrigiendo sus errores y apoyándolos en los momentos difíciles. 


Mi hijo me preguntó acerca de mis sentimientos, tras escuchar cómo su mamá describió el sufrimiento, al ver perder a Wilder. 


Mi papá me enseñó con su ejemplo y, años más tarde, me lo explicó con sus palabras. Don José vivió muy cerca de los boxeadores, fue su vida, lo más común es que toda la atención se va con el vencedor:  El rey ha muerto, ¡viva el rey! 


Eso es lo más triste. Cuando el campeón entra al ring, lo hace rodeado de decenas de personas, pero si pierde, usualmente baja esa escalera solo; es olvidado, pues ya hay un nuevo monarca mundial. 


Me ha tocado vivir de cerca la ilusión que tiene el retador al campeonato; todos tienen esa sensación indescriptible. Muchos de ellos no lo logran, pierden, y se van al olvido. También me ha tocado vivir el cambio de vida, ese que algún día soñaron; ver cómo crecen, cómo se forman al representar al WBC. 


Mi papá me enseñó que cuando suena esa campana, no hay colores, ni nombres. Son dos peleadores buscando triunfar. Sin nacionalidades, ni amigos, ni conocidos. Y cuando termina, hay un ganador y un perdedor; hoy Tyson Fury es el monarca de peso completo, y junto con su esposa, Paris, recibieron el Premio de Héroes de la Humanidad por su contribución a la sociedad. 


Deontay y Tyson siguen cercanos al WBC Cares. Ellos pelearán por tercera ocasión el 19 de diciembre. El ganador será el campeón, y el perdedor tendrá que ir al punto de inicio. 


¿Sabías que…? 


Don José Sulaimán siempre subió al ring al término de la pelea, y se dirigió a la esquina del perdedor. Ahí daba palabras de aliento, sentía profunda tristeza y empatía, y trataba de dejar un mensaje positivo. 


Después procedía con el ganador, y ahí sentía alegría por el triunfador, celebraba su triunfo, deseándole éxito en su futuro. Sentimientos tan polarizados, pero genuinos; felicidad por un lado, y tristeza, por el otro. Su consistencia en esta práctica le dio, al pasar de los años, una autoridad moral única ante la comunidad, y empatía con todos los pugilistas del mundo. 


Anécdota de hoy 


Nunca olvido cuando mi papá me llevó a iniciar mis estudios en la escuela Winchendon, en Massachussets. Después de convivir algunos días juntos en Boston, me entregó. Bob Yalen lo acompañó. 


Llegamos a la escuela y, tras dar un recorrido y establecerme en mi habitación, llegó el momento de la despedida. Caminamos hacia el coche, me abrazó y me dijo: “Mijito: hoy das el primer paso para forjar tu destino. Así como tu abuelito Elías me dejó en la escuela de Harlingen, te dejo en ésta; algún día tú llevarás a tu hijo a la suya. Sólo quiero que sepas que no existe tentación, placer o experiencia que pueda más que el orgullo, y la dignidad del apellido Sulaimán. Todas tus acciones tendrán consecuencias, y tú tienes el control de lo que harás, y sé que en cada momento lograrás ser un triunfador, y ahí estaré sentado orgulloso de tu forma de ser y de actuar”. 


Esas palabras me marcaron de por vida. Nunca una tentación ha sido tan poderosa para ir en contra de los valoresy principios que mis papás me inculcaron desde la niñez.

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