Deontay Wilder en sus inicios era conocido por ser un boxeador despiadado que asesinó a la mayoría de su competencia y fue coronado como campeón del Consejo Mundial de Boxeo (CMB), en la división de peso pesado.

Sin embargo, la gente se vuelve más tranquila con el tiempo, sin importar que se ganen la vida golpeando a otros.

Wilder tenía una larga fila de retadores detrás de él, pero logró derribar a cada uno de ellos, convirtiéndose en uno de los peleadores más duros de la historia y uno de los mejores que existen. Sin embargo, esas palabras de elogios quizás le hicieron bajar la guardia.

El pasado fin de semana, en la cartelera de “El Día del Juicio Final” que se llevó a cabo en Arabia Saudita, Wilder vociferó sobre enviar a la lona a su rival, Joseph Parker, y se mostró confiado y sonriente en los cara a cara.

Sin embargo, al momento de sonar la primera campanada, el resultado no fue el esperado. Wilder era el favorito del encuentro, pero su mano derecha se quedó inmóvil frente a su rival y la contundencia y eficacia de su jab lució algo escuálida.

El resultado fue una derrota para Wilder, y ahora deberá evaluarse internamente y dejar a un lado la actitud optimista para observar sus errores, para volver a la senda de los resultados que lo hicieron llegar a la élite en algún momento de su carrera.

"Debo recuperar mi instinto asesino. Estoy demasiado en paz y demasiado feliz. Cuando tenía ese perro dentro de mí, no había posibilidad para nadie", reconoció Wilder a 78 Sports TV.