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NotiFight


Manchester amaneció vestida de celeste. Desde las primeras horas del viernes 10 de octubre, miles de fanáticos se congregaron en las calles para despedir al legendario Ricky “Hitman” Hatton, excampeón mundial en dos divisiones y uno de los boxeadores más queridos en la historia del Reino Unido.
El funeral se celebró en la Catedral de Manchester, con un cortejo que recorrió los lugares más emblemáticos de la vida del ídolo nacido en Hyde, en el Gran Manchester.
“No puedo explicar cuánto te voy a extrañar, papá… haré todo lo posible para hacerte sentir orgulloso”, dijo su hijo Campbell Hatton, visiblemente emocionado, durante la ceremonia religiosa. “Las veces que compartimos juntos las guardaré por siempre”, añadió entre lágrimas, mientras el público aplaudía en las afueras de la catedral.
El cortejo partió a las 9:45 de la mañana (hora local) desde The Cheshire Cheese Pub, en Hyde, el bar donde Hatton solía reunirse con sus amigos más cercanos.
El féretro, de color celeste cielo y con la inscripción “Blue Moon” en honor a su canción de entrada y a su club amado, Manchester City, recorrió algunos de los sitios que marcaron su vida: el Harehill Tavern, The New Inn (donde se soltaron palomas blancas), Hatton’s Gym, Hyde Town Hall, Betta Bodies Gym en Denton y el AO Arena, escenario de muchas de sus noches memorables en el ring.
Las calles de Manchester se llenaron de pancartas, bufandas y banderas celestes. Entre cánticos y aplausos, la multitud entonó una y otra vez “There’s only one Ricky Hatton!”, símbolo de devoción que se escuchó durante toda su carrera y ahora se transformó en homenaje póstumo.
“Verlo así, despedido por su gente, con tanto amor, es algo que solo un verdadero campeón puede inspirar”, comentó el periodista británico Adam Smith durante su intervención en la catedral. “Ricky nunca cambió, siguió siendo el mismo chico de Manchester, el que abrazaba a sus fans y nunca olvidó sus raíces”.
El oficio religioso comenzó al mediodía y fue privado, reservado a familiares y amigos cercanos.
Entre los presentes se encontraban figuras del boxeo británico y mundial como Tyson Fury, Amir Khan, Kell Brook, Barry McGuigan, Frank Bruno, Anthony Crolla, Natasha Jonas y Frazer Clarke, además de personalidades del fútbol y la música, entre ellos Wayne Rooney y Liam Gallagher.
Durante el servicio, el ambiente fue de profundo respeto. Hatton fue recordado no solo como un campeón, sino como un símbolo de la clase trabajadora inglesa, un hombre que nunca se apartó de sus orígenes humildes.
Su madre, en un mensaje leído por un familiar, recordó entre lágrimas:
“Cuando nació, todos dijeron que parecía un pequeño boxeador. Era más grande que los demás bebés, y todos sabían que estaba destinado a algo especial”.
Uno de los momentos más compartidos en redes fue el tributo del campeón mundial Tyson Fury, quien publicó un mensaje de despedida pocas horas antes del funeral:
“Ricky me inspiró cuando era un niño. Quería ser como él: las entradas al ring, los pantalones brillantes, los fans, los cánticos… él fue mi modelo a seguir. Descansa en paz, amigo, solo habrá un Ricky Hatton”.
Fury también asistió al funeral con un traje personalizado con imágenes suyas, gesto que algunos interpretaron como una forma de honrar al estilo exuberante que siempre caracterizó a Hatton.
Por su parte, Amir Khan, entrevistado fuera de la catedral, declaró:
“Es un día duro para todos. Ricky fue un ícono y un referente para nuestra generación. Su legado en el boxeo británico es enorme, y hoy solo queríamos estar aquí para agradecerle todo lo que nos dio”.
Tras la ceremonia, el cortejo se dirigió al Etihad Stadium, hogar del Manchester City. Allí, los hinchas celestes recibieron el féretro con la canción “Blue Moon”, el himno que acompañó a Hatton en sus peleas más emblemáticas, como la histórica victoria ante Kostya Tszyu en 2005, que lo consagró campeón mundial superligero.
A los 46 años, Hatton dejó una huella indeleble en el boxeo británico. Su estilo agresivo, su conexión con la gente y su espíritu combativo lo convirtieron en un ídolo popular, comparable a los grandes héroes deportivos de Manchester.

Ricky Hatton (1978–2025) fue campeón mundial en dos divisiones —superligero y wélter— y acumuló un récord profesional de 45 victorias (32 por KO) y solo 3 derrotas, ante figuras como Floyd Mayweather Jr. y Manny Pacquiao.
Más allá de los títulos, su legado se define por la conexión con su público, esa mezcla de carisma y autenticidad que pocos boxeadores logran.
“Ricky era uno de los nuestros”, resumió un fanático entrevistado por Sky Sports. “Ganara o perdiera, siempre representó a Manchester. Siempre luchó por nosotros”.
El aplauso final resonó cuando el féretro fue retirado de la catedral. Miles de personas, algunas con lágrimas en los ojos, corearon por última vez su nombre.
Su hijo Campbell —también boxeador profesional— se fundió en un abrazo con su tío, Matthew Hatton, mientras las campanas de la catedral repicaban al mediodía.
Así terminó el último recorrido del Hitman, un hombre que hizo del boxeo una pasión nacional y que hoy es recordado con la misma devoción con la que fue vitoreado en sus noches de gloria.

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