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Descubre cómo la inteligencia artificial está transformando el entrenamiento y la estrategia en el boxeo de alto rendimiento. Tecnología, ética y el futuro del deporte en el ring.
ANALISIS02 de octubre de 2025
Ludo Sáenz Lorenzo-Luaces


Al reflexionar el tema desde un ángulo un poco más “out of the box”, resulta sugestivo constatar cómo aquello que comenzó como un debate filosófico y matemático ha ido mucho más allá de los laboratorios, hasta permear todos los ámbitos de la vida, incluso los que a simple vista podrían parecer ajenos al cálculo lógico, como sucede con el boxeo de alto rendimiento.
Cuando Alan Turing lanzó en 1950 aquella pregunta que parecía inocente y terminó siendo decisiva, ¿pueden pensar las máquinas?, seguramente no imaginaba que su inquietud alcanzaría hasta los rincones más inesperados, incluso un gimnasio de boxeo. El famoso juego de imitación que él propuso para medir la inteligencia de una máquina se apoyaba en rapidez, coherencia y creatividad en la respuesta. Curiosamente esas tres cualidades definen la supervivencia de un púgil sobre el ring, donde cada segundo cuenta, donde un error se paga con sangre y donde la imaginación de un golpe inesperado puede cambiar la historia de una pelea.
Hoy, a diferencia de la época de Turing, los boxeadores ya no entrenan únicamente con el instinto y la guía de su entrenador. Entran a la sala de prácticas acompañados de un aliado impensable hace setenta años, la inteligencia artificial. Programas capaces de revisar miles de horas de combate, detectar patrones invisibles al ojo humano y diseñar rutinas personalizadas se convierten en un sparring invisible. La máquina no reemplaza la experiencia del cuerpo ni la pasión del combate, pero amplifica todo aquello que el hombre ya trae consigo.
Lo que ocurre en el boxeo es apenas un reflejo de algo más grande. Klaus Schwab habló de que estamos al borde de una revolución tecnológica que cambiará de raíz nuestra forma de vivir, trabajar y relacionarnos. Esa ola no se detiene en fábricas ni en bancos, también golpea los gimnasios. Sensores biométricos, realidad virtual, análisis predictivo, simulaciones que anticipan jugadas, todo entra a formar parte del microcosmos donde se forja un campeón. Un boxeador ya no habita solo su cuerpo y su disciplina, ahora se mueve en una red de tecnologías convergentes que lo rodean, lo miden, lo corrigen y lo empujan a superar límites que parecían intocables.
Pero junto con el progreso aparece la inquietud. Yuval Noah Harari lo advirtió con claridad: el riesgo no es solo de privacidad, sino de libertad. En el ring esto cobra un sentido brutal. Si un sistema de inteligencia artificial puede anticipar con exactitud cada movimiento de un boxeador, si puede mapear sus debilidades y prever su ataque, ¿qué queda del factor sorpresa, de la chispa creativa, del error humano que tantas veces ha volteado un combate imposible?
La paradoja es evidente. Cuanto más entrenado esté un atleta bajo patrones algorítmicos, más perfecto puede volverse en la ejecución, pero también más previsible. Y en un deporte donde un jab inesperado o un giro improvisado han escrito leyendas, el peligro de un boxeo programado no es menor.
El dilema se vuelve aún más hondo si pensamos en la desigualdad. Si infotecnología y biotecnología terminan por unirse como advierte Harari, quienes tengan acceso a esos recursos partirán con ventaja frente a los que no. El boxeo, que fue durante más de un siglo la vía de escape para los hijos de los barrios pobres, podría transformarse en un deporte de élite reservado a quienes puedan costear la tecnología más avanzada. Una contradicción dolorosa para una disciplina que nació precisamente de la lucha por sobrevivir en desventaja.
La pregunta de Turing, lejos de perder vigencia, se multiplica en estos escenarios. El boxeo, con toda su carga visceral y humana, se ve hoy atravesado por el mismo debate que cruza a la sociedad entera. Rendimiento, sí, pero también libertad. Técnica, sí, pero también ética. Tal vez la verdadera pregunta ya no sea si las máquinas pueden pensar, sino si los hombres podremos seguir siendo imprevisibles en un mundo donde todo parece medirse, calcularse y anticiparse.
Referencias
Turing, A. (1950). Computing Machinery and Intelligence. Mind, 59(236), 433-460
Schwab, K. (2016). La Cuarta Revolución Industrial. Barcelona: Paidós
Harari, Y. N. (2018). 21 Lecciones para el Siglo XXI. Barcelona: Debate
Sáenz Lorenzo-Luaces, L. (2025, 23 de septiembre). Alan Turing y la inteligencia artificial en el boxeo moderno. NotiFight.com. https://www.notifight.com/contenido/61108/alan-turing-y-la-inteligencia-artificial-en-el-boxeo-moderno

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